Plante sus semillas en pequeñas macetas o bandejas con sustrato húmedo
o arena. Coloque las semillas sobre la tierra y presiónelas
ligeramente en la tierra (fig. 1). No las cubra con tierra adicional
porque la mayoría de las semillas silvestres necesitan luz para
germinar. Riegue suavemente y etiquete las plantas con el
nombre y la fecha para realizar un seguimiento de su progreso.
Mantenga los recipientes a la sombra y no deje que se sequen
(pero tenga cuidado de no regar en exceso). La germinación
puede requerir varias semanas o meses, dependiendo de
la especie de planta. Después de que emerjan las plantas,
aclimátalas a un lugar más soleado durante 2 a 3 semanas más
para estimular el crecimiento y recuerda mantenerlas regadas
(fig. 2).

sí es cierto que determinadas variedades se adaptan mejor que otras al espacio limitado de una maceta o una jardinera.

Algunas de las más habituales son el clavel chino o tagete, el geranio común, las lobelias, la cineraria, la verbena o las petunias y verdolagas que además tiene un precioso comportamiento colgante.

Para cultivarlas en macetas o jardineras, tendremos en cuenta el marco de plantación recomendado para no trasplantar una gran cantidad de plantas. Al iniciar su crecimiento, podrían no tener espacio suficiente y los distintos ejemplares entrarían en competición por los nutrientes. Esto podría provocar una floración poco abundante. 

Es muy importante abonar las plantas de flor con regularidad, especialmente al cultivarlas en contenedores. El agua que sale por los agujeros de drenaje arrastrará parte de esos nutrientes tan necesarios para la floración, por lo que debemos reponerlos con regularidad. Podemos elegir entre una amplia gama de abonos para plantas de flor en formato sólido, líquido o en barritas.