La semilla de maní a utilizar debe ser adquirida en una tienda de jardinería para tener un mejor resultado. Algo que también evitará la propagación de enfermedades. La semilla debe mantenerse en su cáscara hasta su plantación con el fin de evitar que se seque en exceso.
Después de elegir las semillas orgánicas ideales, es decir, aquellas que no tienen pesticidas u otras sustancias químicas en su composición, el productor orgánico podrá ensamblar las plántulas o depositar las semillas en hoyos de 5 cm de profundidad.
Se debe eliminar las malas hierbas para evitar que compitan por recursos y nutrientes.
Uno de los principales interrogantes sobre cómo sembrar maní orgánico es el manejo y protección contra plagas y enfermedades. En general, basta con mantener el terreno limpio y controlar el volumen de agua presente en el suelo. Estas dos precauciones nos ayudarán a solucionar la mayor parte del problema, ya que no habrá un ambiente propicio para la proliferación de hongos o malas hierbas.
“El maní tiene impacto en el sistema por su forma de arrancada y cosecha, pero si uno lo pone en el sistema con altas tecnologías de procesos y cultivos de servicio el impacto es casi cero”, asegura en diálogo el ingeniero agrónomo Lucas Andreoni, quien asesora campos en Córdoba y lleva varios años estudiando las alternativas que ofrecen los cultivos de cobertura.
Este año, Andreoni sembró 223 hectáreas de maní en la localidad de Serrano y está comprobando los beneficios de haberlo hecho sobre un lote de centeno. Según explica, el centeno se quemó en los primeros días de agosto y alrededor del 20 de octubre se sembró el maní con una distancia entre hileras de 70 centímetros y unas 14 semillas por metro (200.000 semillas/ha), lo que le dio como resultado unas 12 plantas por metro, aproximadamente 173.000 plantas por hectárea.
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