La Gipsófila o velo de novia (Gypsophila paniculata) es una herbácea perenne perteneciente a la familia Caryophyllaceae que puede alcanzar los 100-130 cm de altura. 

Muy ramificada, tiene las hojas dispuestas de manera opuesta, lanceoladas y de hasta varios centímetros. Produce una floraicón muy numerosa de color blanco o rosa, con pequeñas flores de hasta 10 mm que tienen 5 pétalos. La floración se produce durante el verano.

Es un pequeño arbusto muy ramificado pero de textura ligera, que puede tener un gran interés ornamental aunque su origen sea silvestre.

Cultivo:

Muy silvestre, ruderal, crece en exposiciones a pleno sol, requiere de altos niveles de humedad para crecer.

Su floración depende de las temperaturas estivales, cuanto más altas sean antes se produce la misma. 

Se pueden realizar aportes de abonos orgánicos durante la plantación y luego de manera anual para favorecer el rebrote ya que esta planta durante el invierno pierde la parte aérea hasta que rebrota en primavera.

Multiplicación:

Principalmente mediante esquejado de sus tallos y teniéndolos en agua hasta que desarrollan las raíces.

Usos:

Planta silvestre con uso ornamental para formar arriates y macizos.

Se pueden utilizar para borduras, macizos de color, rocallas, laderas y para flor cortada. No prosperan bien en macetas.

La Gisófila necesita una exposición de pleno sol o de semisombra y temperaturas medias anuales de 15-25 ºC.

El suelo deberá contener materia orgánica, estar muy bien drenado (añadir arena gruesa) y no tener mucha cal. La plantación se realizará en primavera en caso de las especies anuales y en otoño o en primavera para las vivaces.

Regar moderadamente todo el año; es muy importante no excederse en el riego pues podríamos pudrir la planta.

Abonar cada 15 días con fertilizante mineral mientras dure la floración.

Son plantas bastante resistentes a plagas y enfermedades aunque pueden ser atacadas por pulgones