Jacaranda mimosifolia, comúnmente llamado jacaranda o tarco, es un árbol subtropical de la familia Bignoniaceae oriundo de Sudamérica y ampliamente cultivado por sus vistosas y duraderas flores violetas.
El árbol adulto alcanza una altura de 12 a 15 metros, hasta 20 metros en condiciones favorables.
Las raíces, de desarrollo oblicuo, iguales y fasciculadas no son invasoras, por lo que cuando se presenta un periodo de escasez de agua el árbol se ve muy mal.
La copa del jacarandá no tiene una forma uniforme: algunas veces en forma de una sombrilla, algunas veces de forma piramidal, pero nunca densa. En general, forma una copa ovoide e irregular. La estructura es de ramificación principal extendida. La copa, de forma natural, alcanza un diámetro de 10 a 12 m, proyectando una sombra de mediana intensidad.
Jacaranda es un género de unas 50 especies aceptadas, de las 120 descritas,2 de árboles y arbustos de la familia de las bignoniáceas, típicos de la América intertropical y subtropical. Se conoce como jacarandá, jacaranda, gualanday o tarco.
Estas son las principales características de la Jacaranda mimosifolia:
Es una planta originaria de climas tropicales a subtropicales, así que es recomendable tenerla en climas similares o cálidos. Sin embargo, también puede prosperar en climas templados porque es muy adaptable.
Necesita de luz directa que estimula que florezca completamente. Aquellos árboles que todavía no son grandes pueden tolerar sombra parcial. Crecerán rápido y podrán ser trasplantados a exteriores con luz directa.
Necesita suelo profundo para que las raíces puedan crecer. Asimismo, debe tener buen drenaje. Para lograrlo se recomienda que el suelo tenga arena, marga o arcilla. En cuanto al pH del suelo, crece mejor en suelos ligeramente ácidos.
Florece mejor en suelos pobres, así que puede ser usado como planta biorremediadora. También tiene capacidad de bioacumular en las hojas metales pesados provenientes de la contaminación.
En su entorno natural crecen en zonas donde hay humedad subterránea que consiguen con sus largas raíces. En condiciones artificiales el riego es de una vez por semana en invierno y otoño, mientras que en verano y primavera es oportuno que sea dos veces por semana. Tiene alta tolerancia a la sequía, pero de ser posible debe ser regado durante las temporadas secas.
El dosel crece bastante hacia abajo, cerca del suelo. En caso de plantarse en un lugar de tránsito, sea peatonal o vehicular, será necesario podarlo para permitir el paso libre. Asimismo, es necesario podar las hojas recurrentemente para que crezca fuerte y con buena estructura. De no hacerlo, puede ser más propenso a quebrarse y causar accidentes. El largo recomendado de las ramas es de menos de la mitad del diámetro del tronco y a esta medida deben podarse.
No suele ser afectada por pestes. Sin embargo, si el suelo no tiene buen drenaje, las raíces serán atacadas por hongos y llevadas a pudrición.
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